Un impulso o algo extraño fue lo que sintió de repente. Nunca supo cómo llamar esa sensación que lo inundaba cada vez que su maldito cuerpo rogaba por ser nutrido de aquel bendito órgano. Odiaba esa sensación… Simplemente la odiaba, pues nunca logró suicidarse mediante la inanición porque aquello lo poseía y manejaba como quisiera lo obligaba a alimentarse.
Sin darse cuenta, ya había avanzado dos cuadras en un minuto… Sí, ese puto impulso que lo maneja es capaz de hacer cosas increíbles con su cuerpo. Ya iba en la cuarta cuadra cuando se metió sin pensarlo a un callejón que allí había. Se arrodilló y se puso en una posición parecida a la de un animal salvaje apunto de atacar a un pobre animalillo indefenso y amigable. Cerró los ojos, respiró hondo y sintió como su propio cuerpo avanzaba hacía fuera del callejón y se tiraba encima de alguien. Algo lo despertó, alguien abriendo sus ojos y diciendo “¡Patrick, detente! Soy yo.” Su corazón dio un vuelco que le dolió bastante. Pete lo miraba preocupado y no le quedó más que levantarse para que su amigo pudiese continuar con su rumbo antes de ser interrumpido.
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